¡Buenos días, peregrinos!
Hoy os contaré sobre nuestra inolvidable visita a Roma, un domingo llena de espiritualidad y maravillas arquitectónicas. ¡Así que poneos cómodos y seguid leyendo!
Comenzamos el día temprano en la impresionante Catedral de San Pedro. ¡Preparaos para madrugar! A las 7:30 ya debemos estar allí. Los autobuses pueden estacionar en el aparcamiento cercano a la plaza. Eso sí, paciencia en el proceso de revisión de bolsas, ¡es bastante largo! Pero tenemos un truco bajo la manga: reservar una de las capillas con antelación y tener una misa a eso de las 8:00.
Una vez terminada la misa, es momento de explorar el interior de la iglesia. Aquí os dejo cuatro cosas interesantes para ver: la magnífica cúpula, las preciosas capillas, los impresionantes altares y, por supuesto, las catacumbas. Empezad por la cúpula, pero advertencia: la cola puede ser larga, ¡pero valdrá la pena!
Tras unas dos horas, dejamos la catedral. Dependiendo del tiempo que tengamos hasta las 12:00, podemos quedarnos en la plaza o disfrutar de un aperitivo. A las 11:50, nos reunimos en el obelisco. ¿Sabéis qué es lo más emocionante? ¡Escuchar al Papa hablar y rezar el Ángelus a las 12:00! Después de que el Papa se retire, nos quedaremos media hora más para tomar fotos en grupo y disfrutar del ambiente de la plaza. Aproximadamente a las 13:00, nos despedimos de la plaza y nos vamos a almorzar.
Sobre las 15:00, nos reunimos con el grupo y comenzamos el recorrido de en.visitityourself.com, que nos llevará desde la Plaza de San Pedro hasta el Trastevere. Nos llevará unos 45 minutos con actividades interesantes en cada punto. Tendremos aproximadamente 2 horas de un agradable paseo, así que aprovechemos al máximo y “vivamos el presente” en cada parada.
Ya en el Trastevere, disfrutemos de la atmósfera mientras nos sentamos en cafés o trattorias. ¡No hay prisa! Si lo deseamos, podemos cenar en uno de los encantadores restaurantes y luego pasear entre los vendedores de las pequeñas calles. A las 20:00, pedimos el autobús en la Piazza Trilussa. Es posible que en la plaza encontremos malabaristas o músicos, lo cual será el broche de oro para una jornada increíble.
De regreso al hotel, hagamos una reflexión grupal: ¿qué nos ha aportado este día a nivel moral? ¿Nos ha ayudado a fortalecer nuestra fe? Espero que hayáis disfrutado de esta lectura tanto como nosotros disfrutamos del viaje.